Entrada sin spoiler, entrad sin miedo!
Según Wikipedia, el Bunraku es el nombre genérico por el
que es conocido el teatro de
marionetas japonés
Ningyō jōruri (marionetas e
historias contadas). Se caracteriza por la unión de tres artes escénicas
distintas, las marionetas (ningyō), la recitación (jōruri) a
cargo del recitador y la música del shamisen. No es de extrañar por lo tanto que
la estética de esta película recuerde a un teatro de marionetas y que en muchas
ocasiones me pareciera que estaba viendo una película japonesa, pero hecha en
Hollywood y con actores de Hollywood.
Con un reparto de escándalo, Bunraku
prometía partir la pana y ofrecer épica a raudales pero nada más lejos de la
realidad. Al Josh Hartnett nos lo venden como al prota de la función, siendo uno
de los actores más planos y aburridos de la actualidad. Aunque no debería ser
un problema ya que yo soy fan de Jet Li y de Jean Claude Van Damme y estoy
acostumbrado a este tipo de actuaciones apariciones de ultratumba. Pero
el señorito Hartnett es a la actuación lo que el glamour a Britney Spears y nos
hace vomitar en todas sus escenas salvándose muy pocas y nunca gracias a él. Ron
Perlman y Woody Harrelson hacen lo que pueden para salvar los personajes que
les ha tocado en fortuna. Da pena ver al primero travestido de tal calaña, si a
eso le añadimos un personaje dibujado con pinceladas muy vagas tenemos como
resultado un villano que es un quiero y no puedo y que defrauda en pantalla.
Harrelson está más en su línea, con el mismo personaje que interpreta siempre
en sus películas, por lo que salva el tipo.
Demi
Moore sale de su cámara de hibernación para intentar dar credibilidad al
personaje más prescindible de la película y de la historia del cine si cabe. Arrastrándose
por la pantalla cual zombie marchito, la ex de Aston Kutcher se aferra a su
belleza y su juventud, interpretando a un putón random. Mil cosas podían
haberse sacado de la manga para este personaje que se queda a medio gas, por no
decir cosas peores. Finalmente,
cubriendo el cupo japonés, tenemos al frikazo idol cantante japonés
Gackt, interpretando a un samurái con un estricto código de honor, personaje
original donde los haya. El ex componente de Malice Mizer es un rarito que, entre otras lindeces,
ha dicho que es un vampiro nacido en 1973 o que es competitivo no porque le
guste ganar, sino porque no soporta perder. En la
película no tiene que esforzarse mucho y sale más o menos bien parado.
El
planteamiento, aunque original por todos los elementos que
mezcla (futuro apocalíptico, samuráis, bandas callejeras) posee un guión plano,
que no pasa de contar la historia de personajes buenos que van derrotando
personajes malos hasta llegar al final boss. Tiene algunas adiciones
interesantes como los 9 asesinos, muy Kill Bill todo, aunque de nuevo, y como
tantas otras cosas en este film, se quedan cortos y podían haber aprovechado
más el recurso de presentarlos uno a uno conforme van apareciendo. Mi adorado
Kevin McKidd (Lucio Voreno en Roma) da vida al genial asesino número 2, siendo
de los pocos que da a su personaje algo de carisma.
La
estética de la película es genial, muy marionetil todo. La fotografía es
correcta, usando sobre todo el rojo y el negro, aunque puede ser mejorable para
quitar la capa de cutrez de algunas escenas. Pero ya el apartado de decorados, vestuario,
peluquería y maquillaje es un escándalo, hay veces que parece que tamaño
cutrerío lo hacen adrede, pero es que es ver a Ron Perlman y dan ganas de
echarse a llorar. El uso del narrador, aunque pretende ser un guiño a los
teatros de marionetas japoneses, es repetitivo y exagerado. Si el narrador
tiene que explicar que la población pobre va vestida en tonos grises y tristes
y los que gobiernan la ciudad en colores rojos y vivos, mal vamos. Ese es el
trabajo de la fotografía, mostrar cosas sin decir nada, si lo explicas, tomas
al espectador por idiota y a los espectadores no les gusta que los tomen por
idiotas.
Poco
más que añadir, parece que la película intenta ser una crítica a los poderes
totalitarios y se posiciona a favor del poder del pueblo, pero se hace de forma
tan simple y descarada que no se sabe si realmente es una casualidad del guión.
Las escenas de combate están bastante bien y menos mal, porque junto a la
imagen visual del film es de lo poco que se salva, destacando especialmente la escena de la cárcel, que recuerda a otra similar aparecida en Oldboy. Muy para los fans del género
de artes marciales, con algún toque de western.
Puntación:
6/10
Al fin los anónimos tenemos un hueco en el Blog!!
ResponderEliminarCon todo lo que has puesto mucho me parece un 6 la verdad...
FANS de cualquier párrafo que incluya el apelativo putón random.
Es que las escenas de pelea molan un montón (casi todas) y los 9 asesinos también
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