Con escepticismo
me acerqué a este nuevo producto de Neill Blomkamp (Distrito 9) ya que todo lo
que venga de Matt Damon me recuerda irremediablemente a su parodia en TeamAmerica y ya me es imposible tomármelo en serio en cualquier papel que haga (no
es que él ponga mucho de su parte tampoco). Y vosotros, ¿habéis visto Elysium?
Iré
directo al grano, como película de acción Elysium no ofrece nada nuevo. Tío
malote y mazado que se agarra a trompadas con todo lo que tiene a su alcance
usando curiosas y, he de reconocerlo, entretenidas armas para lograr su
objetivo. Hasta aquí nada nuevo, pero es en el trasfondo de la película donde
encontramos una crítica social, ya común en las películas de Blomkamp, que me
ha llamado mucho más la atención.
En un
futuro no muy lejano la Tierra está tan contaminada que el ser humano se ve
obligado a crear un segundo hogar en el espacio, como si de un satélite
terrestre se tratara. Este refugio para la especie humana se llama Elysium,
pero sólo los más ricos tienen acceso a él, el resto de la población tiene que
quedarse en la contaminada y agonizante Tierra, eso sí, trabajando para los de
arriba. Dentro de la sociedad de Elysium descubrimos un entramado político muy
similar al americano, con un presidente un poco pasota y una fría Jodie Foster
que aspira al puesto. La presencia de los terrestres comunes no está permitida
en Elysium, aunque muchos de ellos se arriesgan a cruzar el espacio que los
separa para tener acceso a medicinas y a una máquina curalotodo que se
encuentra en cada casa decente de Elysium. Así es, en este futuro post
apocalíptico cualquier enfermedad que se precie puede ser curada con esta
máquina, que es tan lista que sabe reconocer a quién está usándola y si tiene
derecho o no a estar en Elysium. No hay problema, los polizontes se inyectan un
mejunje que confunde a la máquina y les cura cualquier anomalía que tengan (tan
lista no es la señora máquina).
Tras
esta parrafada nos encontramos dos de las principales críticas del film. Por un
lado, el acceso a la sanidad por parte de los ricos únicamente (debate muy en
boga en tierras americanas) y por otro lado el drama de los
balseros/inmigrantes ilegales, que arriesgan su vida para acceder a un mundo mejor. Algo que tenemos muy visto en
costas españolas pero que puede verse en todas las fronteras del mundo
desarrollado con el mal llamado tercer mundo. Puestas entonces las cartas
encima de la mesa nos encontramos con Matt Damon, que tras sufrir un accidente
laboral (en la escena más absurda y estúpida de la película) quiere acceder a
Elysium para curarse, al igual que su amor platónico de la infancia, que quiere
subir a Elysium para curar la leucemia de su hija. Todo esto aderezado con los
tejemanejes políticos de Jodie Foster y la persecución sin cuartel de su perro
de caza particular (interpretado por el irreconocible Sharlto Copley).
Como ya
digo, la dosis de acción es correcta, hay explosiones, naves espaciales y
cachondeos varios, pero no es el punto fuerte de la película. Podríamos
definirla como una película social enmascarada dentro de una película de acción,
siendo una aproximación exacta de lo que tendréis al verla. Yo, por mi parte,
os la recomiendo, sobre todo si os gustó Distrito 9, con la que comparte algo más que el director.
Nota: 7
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