Finalmente he tenido el tiempo suficiente para escribir
sobre la última película de Quentin Tarantino. Ganadora del Oscar a mejor guión
original y mejor actor secundario para Christoph Waltz, Django Unchained tiene
todos los ingredientes de una película made in Tarantino y tantas referencias
culturales y cinéfilas que el director reta a cualquiera a que las encuentre
todas. Comentarios libres de spoilers.
En esta
ocasión el director americano nos traslada al salvaje oeste, en plena época de
esclavitud negra. El Dr. King Schultz, quien ha dejado la carrera de dentista
para dedicarse a la caza de bandidos a cambio de recompensas, libera a un
esclavo negro, Django, para que le ayude a reconocer a unos fugitivos. Una vez
se conocen, el Dr. Schultz averigua que Django está buscando a su mujer, que
fue vendida al dueño de una gran plantación llamado Calvin Candie, y decide
ayudarlo a recuperarla.
Y esta
es la historia que Tarantino desarrolla con una gran crítica a la esclavitud y
al racismo basándose en sus ingredientes principales: Diálogos ingeniosos y
complejos (pero no tan largos como en Inglorious bastards o la soporífera Death
Proof), curiosa utilización de la música y personajes interesantísimos y muy
currados.
Entre
ellos me gustaría destacar a Stephen,
interpretado por el increíble Samuel L. Jackson en el que, para mí, es el mejor
papel que le he visto hasta la fecha. La mano derecha de Calvin Candie es un
negro con privilegios y que, curiosamente, también trata con desprecio al resto
de negros. Es el auténtico malo de la película y la cinta gana enteros con cada
aparición suya en pantalla. Muy cerca suyo encontramos al Dr. King Schultz,
interpretado por Christoph Waltz, quien hace milagros cuando se une con
Tarantino, pues las dos películas que ha hecho con él han acabado en Oscar, también
es un gran personaje y el más empático de los protagonistas.
Así, en
el otro lado tenemos a Django, un papel pensado para Will Smith pero que finalmente
acabó en las manos de Jamie Foxx. De nade nos vale pensar en las bondades que
hubiera tenido en el personaje en manos de Smith (para mí infinitamente
superior a su compatriota), pero el caso es que la actuación de Jamie Foxx es
más bien plana y está, básicamente, para lucir palmito en pantalla, siendo
eclipsado por el resto del reparto. De Broomhilda no pienso ni hablar, pues es
un recurso más para hacer avanzar la historia y la actriz que la interpreta es
más bien olvidable. Y finalmente encontramos a Leonardo DiCaprio, actor
infravalorado por mí pero que reconozco el buen desempeño que tiene en la
película.
La
música, como decía, es otro de los puntos clave en las películas de Tarantino,
destacando principalmente la escena paródica del Ku Klux Klan, de las más
disparatadas de la película. En esa escena suena el Requiem de Verdi (Dies
Irae), canción que también podemos oír en el tráiler y escena inicial de Battle
Royale, película japonesa del año 2000 que Taratino ha destacado como su
favorita de la historia reciente del cine y de cuyo manga podéis leer una
review en este blog.
En
resumen, la mejor película que ha hecho Tarantino en los últimos años, por
encima de Inglorious Bastards y Death Proof, aunque su extensa duración (más de
dos horas y media) la hace un poco pesada en su media hora final, pero la
historia engancha tanto que es posible que se te pase volando.
Nota: 9
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