martes, 17 de diciembre de 2013

La gran guerra yokai

                Viajamos esta semana al Japón de mis amores para analizar una de las películas más infantiles del generalmente bizarro director Takashi Miike. Fantasía, terror y humor se unen para dar lugar a La Gran Guerra Yokai.

                A pesar de que el director es más conocido por trabajos como Ichi the Killer o Audition, en los que predominan la violencia y la sangre, en esta ocasión Miike se ha querido dirigir al público infantil. En La Gran Guerra Yokai conoceremos las desventuras del pequeño Tadashi, cuyos padres acaban de divorciarse, por lo que él y su madre se mudan al pueblo natal de ésta, junto a su abuelo. Podemos ver aquí elementos comunes de otras películas de fantasía protagonizadas por niños, como la soledad que viven en su día a día o las burlas de otros niños, que los empujan a creer en mundos de ensueño y compañeros fantásticos. En el caso de Tadashi, su padre y su hermana viven en Tokyo, su madre está siempre fuera de casa y su abuelo tiene alzheimer, por lo que a veces no recuerda ni su nombre.
                Paralelamente a las tragedias personales de Tadashi, una guerra está comenzando a fraguarse en el mundo Yokai. Los Yokai son espíritus del folklore tradicional japonés y los hay muy variados, como ya veremos. En la actualidad, estos Yokai están siendo cazados por Lord Kato, un antiguo sacerdote, y su ayudante, una Yokai llamada Agi. Utilizando el odio y el rencor de los objetos que los humanos desechan (tales como una lavadora vieja por ejemplo), Lord Kato fusiona a los Yokai con estos objetos para crear máquinas de guerra con las que dominará el mundo. Ni que decir tiene que los Yokai muy a favor de convertirse en robots diabólicos no están, por lo que necesitan a alguien que los ayude.

        Paralelamente Tadashi asiste a uno de esos festivales de verano que tienen lugar en Japón (de los tradicionales con música japonesa y dragones, no de los de meterse de todo para aguantar todo el fin de semana). El caso es que cada año el Kirin escoge a un niño para ser el jinete Kirin y, casualmente, este año le ha tocado a Tadashi. Los Yokai interpretan esto como que el niño es el elegido para salvarlos, así que lo raptan cual monja en un hospital y le dicen que tiene que recuperar una espada sagrada que los salvará.

                Los efectos especiales son muy de los años 80 (Aunque la película es del 2005) y quedan bastante feos en pantalla, lo cual en el caso de los Yokai no está tan mal porque les da un aire más mágico, pero en el caso de los robots diabólicos es que la cosa es de chiste. No sabemos si Miike pretendía restarles imponencia al hacerlos tan ridículos (por eso de que la película va dirigida al público infantil) pero la verdad es que es lo peor de la película.

                Entre los Yokai encontramos de todo. Los principales compañeros de Tadashi son un Kappa (un duende del río con cara de pato, muy socorrido entre los conocedores de animes infantiles) que hace las veces de personaje cómico, un espíritu rojo (que era el espíritu al que iba dirigido el festival al que asiste Tadashi) y una princesa de río, una suerte de sirenita japonesa más sosa que el sushi sin wasabi. En cierto momento de la película, los personajes tratan de reclutar a más yokais, entre los que podemos ver a un paraguas con ojo y lengua, una mujer de cuello infinito, un hombre pared, la mujer de las nieves (muy estupenda) y el increíble hombre que cuenta judías, que finalmente es el único que se une a ellos.

                Sin embargo, el principal héroe de la película es Sunekosuri, un gato-hámster con kimono, muy majo, al que le gusta restregarse con las espinillas de las personas (fantasmas del folklore japonés, quién los entiende…). Y digo que es el principal héroe de la película porque es el único con dos cojones para enfrentarse a quien haga falta y salvarles el culo a sus amigos, mientras estos huyen despreciablemente. El pobre bicho, al ser tan pequeño, pierde todos sus combates y las palizas que le dan no son ni normales. De lejos el personaje con el que mejor se empatiza en la película.

                De entre el elenco destaco al niño Ryunosuke Kamiki, que aunque al principio su personaje de Tadashi es muy abofeteable, el niño la verdad que lo hace muy bien. Por otro lado tenemos el motivo de que me interesase por esta película en primer lugar: Chiaki Kuriyama, especializada en hacer de mala ya en Kill Bill, Battle Royale y Azumi 2. Aquí no se queda atrás y vuelve a darnos una mala muy mala y muy estupenda (que es como deberían ser todas las malas) dando latigazos a diestro y siniestro (llevándose siempre la peor parte Sunekosuri).

                Tenemos por lo tanto una película bastante entretenida pero excesivamente larga, dando protagonismo a personajes que importan poco como el de la hermana del protagonista o el de un escritor de manga que, literalmente, pasaba por allí. ¿Y a mí qué me cuentas? No aportas nada a la película, largo. Como último detalle, he de decir que el final de la película me cabreó bastante, no diré nada para no hacer spoilers pero, sinceramente, no sé qué necesidad había de mostrar esa última escena y me ha obligado a bajarle la nota a la película. Es curioso, pero generalmente estoy en desacuerdo con los finales de todas las películas japonesas que veo, será que no soy de allí, que ellos son muy suyos. Bueno, si la veis ya me diréis qué os ha parecido.

Sayounara!!!!!

Nota: 6,5

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